lunes, 25 de noviembre de 2013

Ultimo fin de semana en Managua disfrutando de la cueva del buzo


Un fin de semana que yo esté en Managua y que no pase por la cueva del buzo, es como un fin de semana sin futbol, poco frecuente (salvo en época de vacaciones) e incompleto.

En la zona alta de Managua y ya en el municipio de “El Crucero” donde el calor es bastante más suave que en la ciudad, se encuentra un lugar que para mí es algo más que mi restaurante favorito, es sencillamente el mejor lugar para disfrutar de una cocina diferente,  vinos italianos a precio razonable para Nicaragua, así como poder fumar un buen puro en un lugar único gracias al particular encanto que le da su propietario.

Una vez explicada la introducción del lugar, vamos al lío y a contar la fartura de este fin de semana que, como los partidos de futbol tuvo dos partes, ya que si hay algo mejor que una buena fartura, son dos.

El sábado por la noche, después de una mañanita  (aquí hay 7 horas menos, 8 en invierno) viendo” emocionantes” partidos de la liga española (Barça 4-0, Madrid 0-5 y Atlético 7-0), para pasar un rato agradable decidí acercarme hasta la cueva a darme un “pequeño” pero nutritivo homenaje.

El menú fue muy sencillo.

Para comer tenía muy claro lo que iba a ser, un risotto a los cuatro quesos con camarones y gelatina de limón, uno de esos platos que resucitan a un muerto y cada vez que me como uno me quedo como un rey.

Como el risotto tarda y yo siempre voy con hambre, de entrada me pedí la bruschetta caprese que nunca falla cada vez que voy al buzo ya que hablando claro, está cojonuda.

Mientras viene la entrada, me gusta pegar un repaso al armario de los vinos y decidir lo que voy a beber de forma consensuada con el patrón, en este caso la elección fue sencilla una botella de Acino d’oro reserva 2009, un chianti muy rico con mucho sabor, un fuerte olor a tinta y graduación baja que me permitió no solo disfrutar de una buena fartura, si no que tener una relajada sobremesa mientras terminaba la botella para una mejor digestión, vino muy recomendable.
 
Después de dar buena cuenta de las bruschettas y un poquito de la botella de vino, llegó el plato fuerte, la historia fue muy sencilla, el plato quedó limpio y por último como broche para la fartura un tiramisú a la fresa cuya foto habla por sí sola.

Y como no podía ser de otra manera, una comida así no se puede cerrar sin fumar un buen puro, en este caso un homenaje personal, Cohíba Behike 56, extraordinario cigarro en su olor y su sabor, sencillamente una maravillosa presencia y combinación de notas de sabor.
 

 

 Segunda parte del partido

Y en eso llegó el domingo y como los fines de semana en Managua son muy aburridos, pues nada mejor que ir a comer por ahí, eso sí, esta vez con uno de mis compañeros al que le dije que no podía irme de Managua sin llevarlo a conocer la cueva, en este caso fuimos a las 2 de la tarde para coincidir con otro “emocionante” encuentro de la liga española (Sevilla 4 – Betis 0).

Así que nada, a falta de planes que hacer, otra fartura para matar el tiempo y disfrutar un poco de la vida. Como el día anterior tocó rissotto, hoy había que buscar algo diferente.

Como siempre, la bruschetta caprese que nunca falla, pero esta vez quería probar algo nuevo y nos decidimos por el calamar en la huerta y, menuda sorpresa cuando vino. El plato una vez visto es sencillo, una torre con calamares en el fondo servido con patata y zanahoria al estilo crunch, apetecía pedir más. Ahí queda la foto.

Para beber, rosso italiano, en concreto una botella de rosso de montalcino 2011 de Marchese dei Frescobaldi, un vino francamente fácil de beber, con una fuerte presencia de frutos del bosque, en resumidas cuentas, cojonudo.

A la izquierda la huerta de calamar ya desarmada, a la derecha lo que quedaba del rosso.



Después de las entradas, vinieron los platos principales. Como el día anterior tocó risotto y esta era mi última comida antes de regresar a España, para despedirme me decidí por un plato especial que el patrón me ofreció un día, ya que sabe de mi predilección por la carne. Papardelle con carpaccio de carne, salsa gorgonzola y espinacas, es ver la foto y apetece pedir uno, sencillamente de aplauso y para el compadre le recomendé encargar uno de las excepcionales creaciones de la casa, cuyo nombre es la langosta de miguel angel, una auténtica obra de arte, compuesta de una cama de risotto sobre salsa de tomate y jugo de langosta adornada en la parte superior por dos colas y un trozo de geltina de champán, brutal.
A la izquierda el risotto de langosta, a la derecha los papardelle con carpaccio
Lo dicho, como para repetir y ya por ultimo un tiramisú a medias para acabar el vino y como no podía ser menos para acompañar el puro, un café con leche acompañado de una copa de mirto de Cerdeña.

En esta ocasión el puro, viene de la caja que me regalaron mis compañeros el día que organicé la fiesta de despedida en el Intercontinental, un padrón 85 reserva familiar de hoja natural, que suavidad de puro, diferente en cuanto al sabor con respecto al behike, pero con un sabor muy intenso con mezclas entre café y vainilla. Así da gusto hacer la digestión, jejejeje.


 
Hasta la próxima entrada. 

 

 

 

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